Review de la banda sonora LOS ÚLTIMOS JUEGOS PROHIBIDOS Jerry Fielding de Intrada
¿Qué hace de banda sonora de The Nightcomers una de las partituras más enigmáticas y olvidadas de Jerry Fielding?
¿Quieres adentrarte en la colaboración oculta entre Fielding y Michael Winner que dio forma a seis thrillers inolvidables?

Descubre The Nightcomers soundtrack de Jerry Fielding editada por Intrada Records.
Te damos los detalles de la edición en cd de Intrada de la banda sonora LOS ÚLTIMOS JUEGOS PROHIBIDOS y nuestra opinión sobre la misma, así como sobre la partitura del autor.
LOS ÚLTIMOS JUEGOS PROHIBIDOS Banda Sonora Original de la película


Edición CD
Edición remasterizada con más de 40 minutos de música
Cuadernillo interior de 12 páginas
Notas de Nick Redman
Seis colaboraciones con Michael Winner: el legado interrumpido de un maestro
Aunque por lo general en las antologías dedicadas a la música de cine y a sus compositores en la correspondiente entrada referida a Jerry Fielding (1922-1980) se destaca las colaboraciones para con sus compatriotas Sam Peckinpah y Clint Eastwood, en un número similar de participaciones se debe resaltar su asociación con el inglés Michael Winner (1935-2013).

Lo hizo en un total de seis producciones, a saber, En nombre la ley (Lawman, 1971), Los últimos juegos prohibidos (The Nightcomers, 1971), Chato el apache (Chato’s Land, 1972), Friamente… sin motivos personas (The Mechanic, 1972), Scorpio (ídem, 1973) y Detective privado (The Big Sleep, 1978).

Tan solo una de ellas se rodó en el país de origen de Winner, constituyendo una especie de continuación de Suspense (The Innocents, 1961), la sublime adaptación del relato “Otra vuelta de tuerca” de Henry James.

Con una diferencia de una decena de años en relación al film dirigido por Jack Clayton, a partir de un guion escrito por Michael Hasting que había sido desechado en diversas ocasiones, su tocayo Winner abordó la filmación de The Nightcomers con la voluntad de ser considerado un cineasta apto para los art films y, de paso, ganarse el aprecio de buena parte de la crítica que había mostrado poco o nulo aprecio por sus anteriores trabajos cinematográficos.

Llegado a este punto, Winner pudo buscar alianzas con compositores del Reino Unido que le hubiesen podido ofrecer un comentario musical de inequívoco regusto británico, una apuesta segura por una elegante propuesta en su estructura melódica y armónica para su leit motiv que se corrigiera en la «carátula de presentación» del film, aquella que nos introduce en el particular universo de la mansión de Bly.

No obstante, al tantear Winner a Jerry Fielding tras haberse involucrado en las producciones de En nombre de la ley y Chato el apache, el compositor norteamericano parecía dispuesto a comprometerse con la escritura de una partitura de las características de The Nightcomers confiado en sus dotes camaleónicas, a mi juicio, no suficientemente ponderadas.
La dualidad sonora de The Nightcomers: sinfonías macabras y pasajes pastorales
Si nos ceñimos a sus trabajos para Eastwood, Peckinpah y la plana mayor de sus contribuciones para Winner, las prestaciones de Fielding parece que quedaron un tanto limitadas a un espectro de composiciones, en ocasiones, de cariz bizarre, constituyendo auténticas «sinfonías macabras» merced, entre otras consideraciones, a un vigor instrumental sobre la base del empleo de metales e instrumentos de viento.

De ahí la importancia a la hora de valorar el contenido y el cometido musical de Fielding para una propuesta como la de The Nightcomers, enraizada en la tradición pastoral inglesa en algunos de sus pasajes, constituyendo en este sentido el tema que escuchamos durante la aparición de los créditos iniciales una especie de «tarjeta de presentación».

Lo hace en combinación con otros tantos pasajes que sí parecen llevar la rúbrica de un compositor bregado a la hora asistir a las imágenes de propuestas cinematográficas que penetran en espacios dominados por la oscuridad, en que tienen cabida toda clase de «juegos prohibidos», siguiendo el hilo del título escogido por el distribuidor de turno de nuestro país en pleno tardofranquismo, en detrimento de una plausible traducción del original, The Nightcomers, algo así como «Los noctámbulos».

Serán precisamente las secuencias nocturnas las que encuentran su equivalencia con una propuesta compositiva en que toman «posesión» de la orquesta los violines, trombones e instrumentos de percusión con el aderezo del piano en aras a crear una atmósfera malsana tan emparentada con el universo compositivo de Fielding.

En contraste, para las secuencias diurnas la veta melódica, pastoral, gana espacio, ofreciendo en la globalidad del desempeño compositivo de Fielding una de sus partituras de mayor riqueza, afortunadamente recuperada por el sello Intrada en 2008 y 2024, en esta ocasión con un bonus track —el correspondiente al tema titulado “Pub piano” — despegado del conjunto a efectos de seguir el orden que marcan el desarrollo de las imágenes salpimentadas de un elemento inherente a la novela de partida obra de Henry James, el propio de la perversión infantil.

Ciertamente, la presencia de Peter Quint (Marlon Brando) sirve de catalizador de semejante perversión a cuenta de Flora (Verna Harvey) y Miles (Christopher Ellis), especialmente atraídos por las historietas que relata con su particular chispa el jardinero contratado por el dueño de la propiedad (Harry Andrews), quien toma la decisión de contratar a una nueva institutriz dando por bueno el hecho que la Srta. Jessel (Stephanie Beacham), ha abandonado los dominios de Bly debido a un contratiempo familiar.

La realidad, como relata las imágenes y suscribe las notas escritas por Fielding, resulta muy distinta.

A buen seguro, Michael Winner, de regreso a los films «de época» sustanciados en la campiña inglesa, hubiese vuelto a confiar en las prestaciones de Jerry Fielding para la adecuación de una partitura para La dama perversa (The Wicked Lady, 1983), pero recurrió a los servicios de Tony Banks —teclista del grupo de rock sinfónico Genesis— ya que el compositor oriundo de Pensilvania había fallecido en 1980 con tan solo cincuenta y dos años.

Sin lugar a dudas, su prematuro deceso frustraría una carrera profesional que hubiese ofrecido una mayor dimensión creativa a Joshua Feldman, en arte Jerry Fielding.

Esta review ha sido escrita con todo el amor del mundo por las bandas sonoras por:

Christian Aguilera
Director de la revista Seqüencies de cinema y la web www.cinearchivo.net (2001-2023). Autor de libros sobre compositores de música de cine como Jerry Goldsmith, John Williams, John Scott y Bernard Herrmann.
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¿Por qué nace Todo Soundtrack?
Desde mi adolescencia, las bandas sonoras han resonado como la música de fondo de mi vida, no solo realzando las películas que me encanta ver. En los años 1987 y 1988, mi vida tomó un giro decisivo y la música de las películas que disfrutaba en el cine o que alquilaba en el videoclub se transformó en mi ancla. No obstante, solo recientemente he tomado plena conciencia del papel crucial que desempeñó en aquel entonces.
"Fievel y el Nuevo Mundo" (An American Tail, 1986), una obra del gran James Horner, fue la primera banda sonora de película que adquirí en un diminuto establecimiento especializado ubicado en la calle Andrés Borrego, en el corazón de Madrid. Fue en Cinescor donde mi viaje comenzó.