Banda sonora PASSENGERS Thomas Newman

Aquí están los detalles de la banda sonora de PASSENGERS Thomas Newman editada por Music on Vinyl.

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Thomas Newman y el vacío entre las estrellas

Cuando el viaje se tuerce a 120 años luz de la Tierra, lo que queda no es tanto el silencio como una pregunta persistente: ¿qué hacemos con el tiempo que no nos pertenece?

En Passengers (2016), Thomas Newman responde desde la música con una partitura que oscila entre la contemplación y la inquietud cósmica.

Music on Vinyl edita ahora, en vinilo rojo translúcido y limitado a 500 unidades, esta partitura para celebrar su décimo aniversario.

Un Newman en suspensión

La música de Passengers se mueve entre lo humano y lo artificial. El piano es el elemento vertebrador. Junto a él, la electrónica se expande o se retrae como si respondiera al estado emocional de los personajes.

Hay momentos de ternura cristalina (Aurora, The Sleeping Girl), pero también secuencias mecánicas, despersonalizadas, como Rate 2 Mechanic o Command Ring, donde la nave parece cantar su propio mantra.

Cuando la historia lo requiere, Newman recurre a una orquesta completa, pero no como recurso grandilocuente. En Zero-Gravity o You Brought Me Back, el dramatismo simplemente se insinúa.

El vinilo rojo translúcido aporta una carga simbólica a la escucha. Es el color del amor forzado y del peligro que se cierne en un entorno frío e inhumano. La edición incluye un folleto de 4 páginas y respeta el orden original de la partitura, que supera los 90 minutos.

Cada una de sus cuatro caras propone un trayecto que va desde la exploración espacial inicial (The Starship Avalon) hasta la íntima epifanía final (Sugarcoat the Galaxy).

Newman no busca el efectismo. En su música no hay estallidos de tensión gratuitos, sino escaladas graduales de incertidumbre, como en Cascade Failure o Untethered, donde los límites físicos se funden con los emocionales.

Ecos de partitura

En Passengers hay varios Newman. El de American Beauty, con sus estructuras repetitivas que dialogan con el subconsciente. El de Wall-E, capaz de construir intimidad en medio del vacío.

Pero aquí, todo está desprovisto de cinismo. Lo que hay es una vulnerabilidad sincera.

Passengers es una obra que se instala poco a poco, como el paso del tiempo en la Avalon. Su belleza no es inmediata, pero una vez escuchada, cuesta volver al silencio.

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¿Por qué nace Todo Soundtrack?

Desde mi adolescencia, las bandas sonoras han resonado como la música de fondo de mi vida, no solo realzando las películas que me encanta ver. En los años 1987 y 1988, mi vida tomó un giro decisivo y la música de las películas que disfrutaba en el cine o que alquilaba en el videoclub se transformó en mi ancla. No obstante, solo recientemente he tomado plena conciencia del papel crucial que desempeñó en aquel entonces.

"Fievel y el Nuevo Mundo" (An American Tail, 1986), una obra del gran James Horner, fue la primera banda sonora de película que adquirí en un diminuto establecimiento especializado ubicado en la calle Andrés Borrego, en el corazón de Madrid. Fue en Cinescor donde mi viaje comenzó.