Banda sonora THE INCREDIBLE SHRINKING MAN Alexandre Desplat

Aquí están los detalles de la banda sonora de THE INCREDIBLE SHRINKING MAN Alexandre Desplat editada por Milan Records.

Descubre todos los secretos de las bandas sonoras sin gastar nada. Para eso estamos nosotros, que incorporamos muchas ediciones de bandas sonoras de Milan Records, las escuchamos, hacemos una valoración y os las enseñamos.

Alexandre Desplat encoge el sonido del mundo en esta partitura milimétrica

Encogerse suena a comedia, pero L’homme qui rétrécit no viene a hacer bromas. Dirigida por Jan Kounen y protagonizada por Jean Dujardin, esta nueva adaptación de la novela de Richard Matheson transforma lo cotidiano en amenaza.

Ciencia ficción en francés y una banda sonora que camina por la cuerda floja del absurdo y el asombro

Para acompañar ese viaje de reducción física y amplificación existencial, Alexandre Desplat ha compuesto la banda sonora, editada por Milan Records y ya disponible en plataformas digitales.

Esta partitura es un ejercicio de miniaturización expresiva. Una música que demuestra que Desplat sigue sabiendo cómo caminar sobre superficies inestables sin dejar de sonar reconocible.

Vinilo aún no confirmado, pero ya hay sonido para quedarse atrapado en el zócalo

El álbum arranca con L'homme qui rétrécit (Main Theme), un tema principal que presenta una inquietud que se disfraza de normalidad. Le sigue La maison, pieza que introduce ese entorno doméstico que pronto se volverá territorio hostil.

Aquí Desplat despliega su orquestación contenida, con cuerdas que parecen retener la respiración y vientos que se asoman pero no avanzan.

Mia y Vie de famille trazan los vínculos humanos que el encogimiento va erosionando. El piano se vuelve más íntimo, las melodías se acortan, como si la música también empezara a perder tamaño. En Symptômes inquiétants y Plus petit, el desconcierto se convierte en certeza, y la partitura empieza a inclinarse hacia el suspense.

Las mejores piezas están justo en ese punto donde lo absurdo se vuelve real. Le chat, La tapette y L’araignée insinúan el terror. Son temas que miran desde abajo, que transforman a un gato en monstruo y a una trampa en artefacto bélico. Y Desplat, lejos de caricaturizarlo, le da forma con gran habilidad.

Hacia el final, Abandon et espoir y Vers l’infini funcionan como resolución espiritual del viaje. La música acepta su escala y, desde ahí, propone una belleza inesperada. El final no es grandioso, es claro. Como quien ha entendido que sobrevivir es suficiente.

Ecos de partitura

En la filmografía de Desplat, esta banda sonora se parece más al enfoque contenido de The Shape of Water que a las construcciones simétricas de The Grand Budapest Hotel. Aquí todo es fluido y cambiante. Como el cuerpo del protagonista, la música también se adapta.

Hay momentos que remiten al Desplat de Birth o incluso a ciertas atmósferas de Harry Potter and the Deathly Hallows, sobre todo en los temas donde lo mágico se cruza con lo melancólico. Pero L’homme qui rétrécit tiene un tono único, con menos magia y más miedo.

La dirección orquestal, firmada por el propio Desplat, aporta una cercanía adicional. Hay un respeto por el silencio que hace que cada nota cuente.

Por ahora solo en digital, esta banda sonora pide a gritos su prensado en vinilo. Por su calidad musical y por el tipo de escucha que propone, sin sobresaltos, pero cargada de significado. Es uno de esos discos que invitan a bajar el volumen del mundo para entrar en otro, más pequeño, pero igual de intenso.

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¿Por qué nace Todo Soundtrack?

Desde mi adolescencia, las bandas sonoras han resonado como la música de fondo de mi vida, no solo realzando las películas que me encanta ver. En los años 1987 y 1988, mi vida tomó un giro decisivo y la música de las películas que disfrutaba en el cine o que alquilaba en el videoclub se transformó en mi ancla. No obstante, solo recientemente he tomado plena conciencia del papel crucial que desempeñó en aquel entonces.

"Fievel y el Nuevo Mundo" (An American Tail, 1986), una obra del gran James Horner, fue la primera banda sonora de película que adquirí en un diminuto establecimiento especializado ubicado en la calle Andrés Borrego, en el corazón de Madrid. Fue en Cinescor donde mi viaje comenzó.