Banda sonora THE BACK TO THE FUTURE TRILOGY Alan Silvestri

Aquí están los detalles de la banda sonora de THE BACK TO THE FUTURE TRILOGY Alan Silvestri editada por Varèse Sarabande.

Descubre todos los secretos de las bandas sonoras sin gastar nada. Para eso estamos nosotros, que incorporamos muchas ediciones de bandas sonoras de Varèse, las escuchamos, hacemos una valoración y os las enseñamos.

La trilogía que rompió el espacio-tiempo, ahora gira en un vinilo digno de Doc Brown

La historia del cine tiene sus monumentos. Y Back to the Future es uno de ellos. Pero no es solo por los Delorean, ni por los chalecos de Marty, ni siquiera por los rayos sobre el reloj de Hill Valley.

Es por la música. Por ese empuje orquestal inconfundible que Alan Silvestri compuso para viajar con los ojos abiertos y el corazón en modo cronómetro.

40 años de Regreso al Futuro condensados en una edición que suena como un condensador de fluzo

Ahora, por fin, la trilogía completa aterriza en vinilo, y no de cualquier forma, viene prensada en color Doc Brown, limitada a 2.000 copias, con arte de Drew Struzan (el mismo que dibujó los carteles que todos quisimos colgar en nuestro cuarto).

Este lanzamiento, exclusivo para el Black Friday del Record Store Day 2025, es una máquina del tiempo que arranca en 1985 y termina en pleno Viejo Oeste.

Un viaje en vinilo que arranca en Hill Valley y no se detiene en ningún siglo

Desde que cae la aguja, todo funciona. La primera cara recupera el pulso brillante del original. Back to the Future y Skateboard Chase nos devuelven esa elasticidad musical que convirtió a Marty McFly en leyenda. Los fragmentos del clímax (Clocktower Pt. 1 y Clocktower Pt. 2 and Helicopter) se despliegan aquí con una claridad que hace temblar el brazo del tocadiscos.

Es imposible no revivir el trueno, la carrera, el cable... y ese grito de ¡ya!

La transición a la segunda película no es sutil. Hill Valley, 2015 aparece con sus sonidos más agresivos, más sintéticos, como si el propio vinilo adelantara una década y se reescribiera a sí mismo. Burn the Book, He’s Gone y I’m Back son cortes que combinan melancolía con vértigo, con Silvestri jugando con tiempos narrativos.

Pero es en la parte final, cuando entramos en Back to the Future III, donde el disco adquiere otra textura. Main Title, Indians y Point Of No Return (The Train Pt. III) exploran nuevos colores y nuevos metales. La música se ensancha y galopa con aire de western sin renunciar a la identidad del conjunto.

Y cuando suenan los End Credits, el cierre es tan redondo como la curva perfecta de un reloj antiguo.

El prensado Doc Brown le da al disco una cualidad casi de experimento. No es un tono plano, es un remolino cromático que cambia con la luz. La funda interior incluye detalles de los tres filmes y el arte de Struzan es, sencillamente, para enmarcar.

Ecos de partitura

Alan Silvestri firmó con esta saga una de las partituras más reconocibles del cine moderno. Lo que John Williams fue para Star Wars, él lo fue para Back to the Future. El compositor firmó una sinfonía que no necesitaba explicar lo que veíamos. Y lo hizo sin repetir fórmulas.

La música del primer film es pura aventura con toques de fábula. En la segunda, se vuelve más angular, más asimétrica. Y en la tercera, absorbe el lenguaje del western clásico sin perder su identidad.

Este vinilo es el reflejo perfecto de esa evolución. En lugar de apilar cronológicamente todos los tracks, selecciona momentos clave que funcionan como piezas sonoras del recuerdo. Para el oído entrenado, hay ecos de Romancing the Stone y destellos de lo que vendría después en The Polar Express, pero aquí, en este viaje entre décadas y géneros, es donde Silvestri suena más reconocible.

Este disco es un objeto para coleccionistas que exige atención, que pide espacio en la estantería junto a los grandes.

Para quienes crecieron esperando a que el rayo cayera a las 10:04.

Para quienes aún revisan matrículas buscando "OUTATIME".

Para quienes saben que la música también viaja en el tiempo.

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¿Por qué nace Todo Soundtrack?

Desde mi adolescencia, las bandas sonoras han resonado como la música de fondo de mi vida, no solo realzando las películas que me encanta ver. En los años 1987 y 1988, mi vida tomó un giro decisivo y la música de las películas que disfrutaba en el cine o que alquilaba en el videoclub se transformó en mi ancla. No obstante, solo recientemente he tomado plena conciencia del papel crucial que desempeñó en aquel entonces.

"Fievel y el Nuevo Mundo" (An American Tail, 1986), una obra del gran James Horner, fue la primera banda sonora de película que adquirí en un diminuto establecimiento especializado ubicado en la calle Andrés Borrego, en el corazón de Madrid. Fue en Cinescor donde mi viaje comenzó.